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Tuesday, October 07, 2008

Los tomates de la discordia

Los tomates de la discordia

Jorge Olivera Castillo, Sindical Press

LA HABANA, Cuba, octubre (www.cubanet.org) - De pillos estamos rodeados.
Están en la base, en los enclaves del poder intermedio y en la alta
jerarquía. Es un modo de vida, una filosofía que se cobija bajo la
parafernalia patriotera, los anacronismos presentes en todas las
instancias del estado y la politiquería en función de un delirante
esquema de gobierno muy eficaz en hacer posible que cohabiten el dominio
y la anarquía.

Desde el poder se insiste en la solidez de un discurso revolucionario
que nada tiene en común con una sociedad totalmente divorciada de la
disciplina, la educación formal y de puntuales preceptos éticos.

Cada vez es más ancha la brecha entre lo que ponen en perspectiva
dirigentes y medios de comunicación, y los diversos planos de una
realidad social con peligrosas muestras de conflictividad y enajenación.

La vieja fórmula de permitir- hasta cierto nivel- el concurso de las
ilegalidades como elemento compensador del mal pagado empleo estatal,
además de conseguir por esta vía generalizar el chantaje y con ello
obtener el apoyo de los infractores, ya no arroja los resultados de antaño.

Tal práctica sometida a las pruebas del tiempo, ofrece hoy suficientes
ejemplos para decretar una situación de emergencia. La profunda
relajación de los mecanismos de control, el imparable avance de las
corruptelas, el "camaleonismo" ideológico usado como forma de
posesionarse en puestos trabajos más lucrativos, y con ello ampliar los
márgenes de ganancia a través de métodos ilícitos, son apenas la punta
del iceberg.

Para el que vive en Cuba o viene de visita, no es raro ser víctima de la
estafa. Regularmente, al hacer una compra o recibir algún servicio se
concreta el robo. Así transcurre la vida sin que existan las condiciones
objetivas y subjetivas para solucionar este problema de vastas
dimensiones. Con la misma disponibilidad con que aplaude en un acto de
reafirmación revolucionaria, el estafador con fachada de carnicero,
dependiente de agro mercado, o reparador de bicicletas, por solo citar
tres oficios, lleva a cabo el despojo con inigualable destreza e impunidad.

No son sólo los salarios miserables lo que impulsa a los cubanos a
convertirse en rateros profesionales. Hay toda una red de deficiencias
económicas, sociales y hasta psicológicas que han contribuido a enraizar
una mentalidad de golpear antes que te golpeen. El que prepara las
estrategias para consumar el timo, supone que ya fue o va a ser timado.
Es el perfil de una guerra de baja intensidad a escala nacional que da
rienda suelta al descontrol y hace cada vez más difusas las fronteras
entre la estabilidad y el caos.

Rolando Pérez Betancourt pudo evitar, hace unos días, la consumación de
una estafa. Incluso publicó una pequeña crónica en el diario Granma
revelando los pormenores de lo sucedido. Usualmente escribe críticas de
cine en el órgano oficial del Partido Comunista, pero quiso ponerle
letras a su indignación.

La dependiente de un mercado agropecuario trató de cobrarle 60 pesos por
cuatro libras de tomate que estaban mal pesadas. Finalmente protestó y
enmendaron la falta.
No sé de qué se asombra Pérez Betancourt. ¿Habrá olvidado donde vive?
¿Aún no se ha enterado de que en Cuba no se roba, sino que se "resuelve"
o se "lucha"?

Esos que él llama en el texto "aprovechados" y ladrones son una plaga
que lejos de disminuir aumenta. En medio de todo es dichoso, porque
puede pagar esa suma por dos kilogramos de tomate. Una fortuna. Para ser
exactos, más de la quinta parte de las mensualidades de un trabajador
promedio.

Rolando, tendrá sus razones para no estar convencido, pero a mí sí no me
quedan dudas: ¡Esto es un desastre!

oliverajorge75@yahoo.com

http://www.cubanet.org/CNews/y08/oct08/07_C_5.html

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