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Tuesday, October 07, 2008

GUEVARA: MISIONERO DE LA VIOLENCIA

GUEVARA: MISIONERO DE LA VIOLENCIA
2008-10-07.
Armando de Armas

Pedro Corzo uno de los autores de Guevara: Misionero de la Violencia.
(www.miscelaneasde
cuba.net).- Ernesto Guevara de la Cerna, alias el Che, es uno de los más
asesinos feroces que jamás haya parido el Hemisferio Occidental en toda
su historia. Pero es un asesino de izquierdas, murió joven y era bonito.

Digamos que ni pintado para convertirlo en una especie de santo
comunista. Los comunistas no tenían mucho donde escoger, la verdad, dado
lo poco atractivos que suelen ser los personajes que han hecho historia
bajo la bandería de los rojos.

Ni el calvo Lenin, ni el bigotudo Stalin, ni el flácido y verborréico
Fidel Castro, muchísimo menos ahora que es un vivo-muerto o un
muerto-vivo herido, mortalmente eso sí, de una poco heroica obstrucción
intestinal, ninguno de ellos calificaba para mito. Pero el Che era otra
cosa, al punto que sobrecumplió.

Ya no es sólo una marca registrada del izquierdismo mundial; esa
enfermedad que, como la tuberculosis en el romanticismo decimonónico,
tiene un determinado encanto. Es también una marca registrada del
capitalismo mundial, una que sirve lo mismo para vender cervezas que
camisetas, llaveros que preservativos.

El éxito del Che Guevara ha sido tanto que algunos religiosos lo
comparan ya, en el colmo de lo héretico, con nuestro Señor Jesús
Cristo, en tanto espiritistas aseguran tenerlo obrando en sus bóvedas y
paleros faenando en sus gangas.

El Che era una nulidad total, y lo era inclusive en aquellos oficios por
los cuales más se le conoce: médico, economista y guerrillero. Como
médico el fracaso es tal que algunos estudiosos aseguran que ni siquiera
llegó nunca a graduarse de esa carrera, que de estudiante no pasaría.

Como economista su mérito, probablemente único en la historia, consiste
en haber firmado, al frente del Banco Nacional de Cuba, los billetes
emitidos con su insípido apodo del Che. Como guerrillero llevó a cabo
una invasión de Oriente a Occidente de la isla, que en puridad no era
una invasión, sino una huída, una incursión, donde los combates no se
ganaban, sino que se compraban a billetazo limpio a los corruptos
oficiales del Ejército, y fue derrotado en el Congo de donde salió
huyendo para terminar después, tras breve paso por una Habana en que ya
no tendría cabida, en la inhóspita Bolivia para terminar capturado y
luego muerto, resultado de una estrategia que, al decir del general
boliviano Gay Prado que dirigió las operaciones de su captura, no se le
hubiera ocurrido ni a un pobre cabo jefe de escuadra.

El libro Guevara: Misionero de la violencia, de los autores Pedro Corzo,
Luis Guardia y Francisco Lorenzo, es un magnifico documento que, basado
en el documental Guevara: Anatomía de un mito, acomete la agreste labor
de desmitificar al personaje mítico por excelencia, uno configurado de
irrealidades, fabulaciones y mentiras; una, como decía anteriormente,
nulidad total.

El texto recoge una serie de entrevistas filmadas en el mencionado
documental, algunas ampliadas, más otras que nunca fueron incluidas en
el mismo, de cuyo hilvanamiento va emergiendo la desalada personalidad
del guerrillero más famoso del mundo, sobre todo su sello de identidad:
la violencia.

Una violencia que muchos han tratado de explicarse, justificarse diría,
apelando a sofismas que van de la visión consecuente de la necesidad de
la lucha de clases asumida por el personaje al asma padecida por el
personaje. Pamplinas.

De entre las entrevistas hechas en este libro a estudiosos y analistas
del Che Guevara, víctimas de sus tropelías, o hijos de las víctimas, ex
compañeros de armas de la guerrilla, hombres que le combatieron y otros
que simplemente se cruzaron en su camino, por azar o destino, emerge la
figura de un hombre violento y despiadado, sediento de sangre como el
mismo Guevara se describe en algún momento de su vida.

Un hombre que recurre a la violencia no para servir con eficacia a una
causa determinada, sino uno que recurre a una causa determinada para
servir con eficacia a su violencia. En eso hay que reconocer que el
hombre era perspicaz, se dio cuenta de que si ud. quiere ser un asesino
en serie y en serio, y por otra parte pasar a la historia como un
defensor de los pobres, métase a comunista. Claro, hay que decir que
Ernesto Guevara sobrepasó, sobrecumplió con creces, las expectativas.

El Instituto de la Memoria Histórica Cubana contra el Totalitarismo, que
dirige Pedro Corzo, es la entidad que pública este libro y que, por otra
parte, ha venido realizando a través del tiempo una meritoria labor de
documentar, desmitificar, el devenir cubano de los último cincuenta
años, y que sin dudas un día servirá a los historiadores profesionales
del futuro para armar el muñeco de la verdadera historia, o al menos lo
más cercano posible a la verdadera historia, de lo que ha sido este
tiempo de dominio totalitario, y de lucha contra ese dominio, en la isla
de Cuba.

El libro que nos ocupa pasará como un aporte fundamental, dado su
incuestionable valor testimonial, a la desmitifación del Che Guevara. A
pesar de ello, es bueno advertir, no pequemos de optimismo, ese mito
prevalecerá aún por largo tiempo, pues los mitos, ya sabemos, son muy
difíciles de desmantelar. No hay ningún misterio en ello.

El material de los mitos es inmune a las evidencias, reacio a las
pruebas. Frente a ello se deben hacer al menos tres cosas: documentar,
documentar y documentar, con la esperanza de que tanto va el documento a
la fuente que, no hay remedio, un día se rompe el mito, un día quizá
lejano en el tiempo aún. Para cuando ese día llegue, hay que decir que
Pedro Corzo, Luis Guardia y Francisco Lorenzo hicieron justo lo que
tenía quehacer.

Guevara: Misionero de la violencia hace gala de un adecuado manejo de
las citas y referencias, de manera que no hay en el mismo afirmaciones
gratuitas. Por otro lado, este es un libro sosegado, nada de
estridencias, de adjetivaciones innecesarias, no obstante, debemos que
decir que se sacan al menos dos conclusiones de este texto que no son
precisamente sosegadas y que pudieran parecer estridentes, o, seamos
precisos, al menos yo saco dos conclusiones que no son precisamente
sosegadas y que pudieran parecer estridentes.

Una es que el Gobierno de Bolivia hizo lo correcto al eliminar al Che
Guevara: lo convirtió en un mito pero los mitos no matan, entretienen y
punto. La otra es que sentó un precedente, ofreció un método simple y
seguro para proceder con estos asesinos en serie con ínfulas de
ingenieros sociales, llámense Guevara, Bin Laden, Castro o Chávez:
pasaporte al otro mundo para que este sea un mundo mejor, o al menos más
tranquilo.

http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=17490

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